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Una familia que respira golf

Una familia que respira golf

Corría el 1977. El contexto general del país no era nada bueno. La Dictadura Militar seguía manchando la historia bajo el mentiroso nombre de Proceso de Reorganización Nacional y Argentina se preparaba para recibir por primera vez a un Mundial de Fútbol (1978). Un año antes, un tal Diego Armando Maradona hacía su debut en la Primera de Argentinos Juniors.  Y un 30 de Octubre de 1977, en Olavarría, nacía María Gallegos (38), la mayor de los cinco hijos que criaron Roque Gallegos e Inés Gelso. A partir de esa fecha, se empezaba a escribir una historia familiar que merece, por lo menos, ser contada una vez.

Desde el próximo sábado, los hermanos María (38)Marcos (37)Verónica (33)Severiano (28) y Andrés (20) intentarán homenajear una vez más a su padre, “un tipo que pretendía que cualquier persona jugara al golf” según cuenta Seve, hoy encargado del club de golf Fincas San Vicente. ¿Cómo lo van a recordar? Celebrando el Memorial Roque Gallegos, en la cancha donde él pasó tanto tiempo y dejó una marca imborrable, el Aero Club Fortín Lobos. “Papá era eso, alegría y golf en su máximo esplendor” acota Verónica, que es paisajista y disfruta de analizar el diseño de las canchas.

Es una familia que respira golf. Sus vidas están intrínsecamente relacionadas con este deporte, a tal punto que se convirtió en un estilo de vida. Al igual que Severiano (por Ballesteros, un golfista español que se convirtió en uno de los mejores jugadores de la historia), Marcos tiene un club a cargo, llamado La BenquerenciaAmbos son golfistas profesionales, como María, que está radicada en México donde comparte la misma ocupación que sus hermanos. El menor de la familia, Andrés Gallegos, tiene apenas 22 años y ya juega profesionalmente en el PGA Tour Latinoamerica. De hecho, ya consiguió un título a nivel profesional. Tiene un gran futuro, pero “tiene que mantener los pies sobre la tierra, no vivir en una nube de pedos”, aclara Marcos, crítico con él porque sabe de qué se trata el alto nivel.

Una enfermedad terminal lo privó a Roque de seguir enseñando y transmitiendo los valores del golf. Las lágrimas en los ojos de los chicos durante la entrevista denotan el idilio que tenían por su padre, y coinciden en que el mejor legado que dejó fue la forma que tenía de vivir este deporte. En la primera edición del Memorial, en 2014, el ganador fue Andrés. “Creo que ese día me ayudó él, sino ni loco ganaba” contó el menor de los Gallegos.

Roque era querido por todos. Su forma de ser, divertida y natural, empujaba a los demás a hacer las cosas siempre con alegría. “Te decía que había que descargar un chatín con tierra y uno iba contento” recuerda uno de los chicos. Y como dice el dicho, detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer. En este caso, Inés fue quien supo ser la compañera ideal para él. “Mamá estaba involucrada dentro del trabajo de papá. No sé si le encantaba o si lo hacía para que estuviéramos todos juntos. Cuando había un torneo, mamá salía con nosotros en el carro, a preparar la cancha” remarca Verónica sobre su mamá, que actualmente trabaja en el Aero Club.

Con respecto al torneo en sí, este año vendrán muchos jugadores profesionales y los mejores aficionados del país. El nivel de golf en Lobos por este fin de semana será altísimo y la cancha que está ubicada sobre la Ruta 205 se convierte en uno de los destinos posibles para aquellas personas que tengan algún plan familiar.

Se acerca una fecha especial en el calendario lobense de golf. Tres días a puro golf, charlas y risas. Como le gustaba a él. Roque ya no está, pero su legado es eterno y el objetivo lo cumplió con creces, porque en su familia hay una buena representación suya.