Una experiencia única
Podríamos haber estado horas hablando. La felicidad se notaba en sus rostros. En cada respuesta, había una sonrisa. A José Dupraz, la alegría por haber corrido El Cruce lo desbordaba. En cambio, en Graciela Aguirre, se evidenciaba una cierta tranquilidad, producto de las dos participaciones anteriores (también junto a Justina Piccone).
No es para menos. Los atletas se animaron a correr una prueba que es sumamente difícil y lograron el objetivo: terminarla cumpliendo un buen papel. En cuatro días, vivieron mil historias. Desde el hombre que realizó la carrera en alpargatas (sí, el mismo que había estado presente en la Uniendo Pueblos) hasta la mujer de 81 años que hizo emocionar a todos cruzando la línea de llegada.
Las etapas tuvieron sus dificultades, pero al culminarlas, la estadía en el campamento hacía olvidar todo tipo de complicaciones. La buena relación con los demás atletas, sumado al hermoso paisaje que los rodeaba, hicieron de El Cruce una experiencia única para los lobenses.
Días después de haber vuelto a Lobos, pasaron por nuestra redacción y charlaron sobre esta aventura.
Las declaraciones más importantes de Graciela:
“Una alegría y emoción terrible llegar al final. Fue la mejor carrera de las tres que hicimos. La tercera etapa fue la más dura de todas, porque había 15k de ascenso y 15k de descenso”
“Cuando cruzamos, por el altoparlante dijeron Graciela Aguirre y Justina Piccone de Lobos, el pueblo del olímpico Luis Molina”
“Es una carrera mental. El camino es muy arenoso y hay muchas raíces y palos, que no se ven”
“En equipos hay que tratar de ir juntos. El compañerismo es imprescindible. Si uno de los dos integrantes se queda más atrás, la cabeza empieza a trabajar y a pensar en cosas negativas”
“El campamento es donde hacés las amistades. Había un lago donde te podías meter. Dormíamos en colchones inflables y bolsa de dormir. Para comer había asado, chorizo, pastas, ensaladas y frutas, todo lo que quieras”
“Antes de salir a recorrer cada etapa, te revisan la mochila. Hay algunas cosas para llevar que son obligatorias”
“Justina siempre dice que correr esta carrera es como un parto. Uno sufre mucho y dice nunca más, pero después el entusiasmo te gana y una vuelve a elegirlo”
“Uno cree que cuando hay descenso se descansa. Y no. No se puede caminar. Si no apoyás el bastón, te vas de cabeza”
“Todo el mundo puede hacer El Cruce de los Andes, pero hay que estar preparado”.
Las frases más destacadas de José:
“Es hermoso. Cuando llegás se te hace un nudo en la garganta, porque están todos gritándote y alentándote”
“En la primera etapa pensé que al otro día no arrancaba. Venía bien pero me torcí el tobillo. Hay que estar entrenado, y yo este año no había estado entrenando como lo exige esta prueba”
“Es hermoso. El primer día fui con un muchacho de Neuquén y otro de Buenos Aires y nos apoyábamos entre los tres. En una parte, uno de ellos desapareció, había quedado mucho más atrás. Y lo ayudamos con el bastón y lo levantamos”
“La gente veía a la mujer de 81 años y muchos decían que no podía completarla. No le tenían fe”
“Había mucho viento, eso fue lo más complicado. Yo siempre corro de musculosa, pero ahí me puse el buzo y la campera porque el frío era insoportable. Había gente que temblaba”
“El campamento era una cosa de locos. Comimos y tomamos un montón. Había de todo para comer”
“Fui a comer y me volví a la carpa. Venía con el cuchillo y el tenedor en la mano. Entro, me tropiezo y cuando caigo pincho el colchón inflable con el cuchillo. Voy a buscar el parche al bolso, y me lo había olvidado en el hotel. ¿Con qué duermo esta noche? Justo al lado mío había uno que tenía una cinta ancha y lo arreglé con eso”
“El año que viene quiero correr de vuelta. Me gustaría con mi hijo. Pero tengo que entrenar más”
“Para mi es peor frenar en medio de la etapa. Yo no lo hacía. Pero cada una hora tenés que comer, sino no aguantás”