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¿Conoce usted a Dante Panzeri?

¿Conoce usted a Dante Panzeri?

«Los equipos que defienden, ganan hasta que pierden» (D.P).

Panzeri no escribió Fútbol dinámica de lo impensado para que todo termine en que en un partido de fútbol pasan muchas cosas y, entre ellas, que gane el equipo que corrió con mejor suerte en los detalles. De eso se trata Dante Panzeri y el paradigma perdido de Sebastián Kohan: recobrar el legado del periodista deportivo más audaz y elevar sus conceptos con una mirada desde la actualidad. Para Panzeri, en su propio tiempo, el futuro del fútbol había llegado hacía rato.

En épocas en donde los diarios y las revistas eran el boom, Panzeri construyó y estableció comunicación con su propio público: interpeló y se autoerigió como un puente. Panzeri y el paradigma perdido va al rescate de su forma de dar a entender cuál era su lugar en ese espacio de juego y poder. Es clara su propuesta porque se trata de, como indica la bajada del libro, “la historia del periodista más citado y menos leído”.

Al igual que a la hora de filmar, Kohan eligió comunicar con lenguaje directo, narración contextual y análisis puntuales. Confirma que Panzeri estuvo “frente a todo lo que consideraba necesario resistir”. Y repasa su práctica y honor al oficio de publicar, de ser leído y entendido. “El valor de Panzeri no radica tanto en sus conceptos, sino en su valentía. Se puede estar en contra o a favor de sus argumentos, pero no se puede negar que se enfrentó al poder como idea” y aclara que “sin financista alguno” .

El mensaje y el medio. De Panzeri quedan rastros conceptuales. Así, las generaciones que lo vieron por TV —conscientes más tarde— recuerdan que a veces llevaba puesto un fungi que le cubría la pelada en la terraza y que Panzeri le puso palabras, sentimientos y que se introdujo en todos los hogares. Otro acierto o rareza es que creó —inmesa minoría— el tipo de espectador que hincha para el que juega mejor y dice que defiende al fútbol y no a los escudos. Fue franco y avisó que Dinámica de lo impensado, de 1967, “no sirve para jugar al fútbol. Sirve para saber que, para jugar al fútbol, no sirven los libros. Sirven solamente los jugadores… y a veces ni ellos, si las circunstancias no los ayudan”.

Hablemos de fútbol. Panzeri y Menotti, años 70.

Y se definió en cada tramo de su carrera en la gráfica y hasta realizó, en diciembre del 73, un autoreportaje en revista Satiricón. “Yo no pretendo arreglar el fútbol, ni el país, ni el mundo”, escribió Panzeri. “Sólo pretendo que los que mandan y están para eso intenten arreglarlos. Y si no quieren arreglarlos, o no saben, o no pueden, me conformo con que sepan que yo no estoy desarreglado ni doy mi conformismo ni resignación a ese desarreglo”.

En esa entrevista Panzeri repasa las consultas que siempre se hizo su público lector. Y ahí despliega frases de hacha y tiza. Presentación: “De disfrazado nunca jugué”. Oficio: “Yo aprendí a leer leyendo fútbol”. Lo popular: “Los ídolos no se fabrican. Nacen. Surgen”. Aprendizaje: “Los éxitos pueden no entrañar un ejemplo”. Su verdad: “El vedetismo es fruto del periodismo, no de las vedettes”. Suma, además, un decálogo para los futuros periodistas. “Toda forma de expresión es buena si se entiende, si dice lo que siente quien escribe”. Eficacia y responsabilidad: “El título tiene que buscar el impacto. Pero el impacto no justifica la idiotez, ni lo vacío, ni mucho menos la mentira”.

Panzeri entretiene y lanza en cada espacio un lenguaje cómplice e irónico. “Cuando se sabe qué va a pasar es que no va a pasar nada”, dijo y avisó que lo que ocurre en el campo de juego “lo organizan las circunstancias y lo decide el imprevisto”. Usa léxico callejero, dice chamuyetas, remarca chantocracia y anuncia el ruido que hacen los que al fútbol siempre algo le birlarán.

Panzeri fue una voz solitaria que anticipó el fútbol de nuestros días en cuanto a la automatización atlética y apartamiento sobre lo hermoso e importante: recordar que se trata de un juego. Así entabló relaciones filosas en donde se encargaba de criticar y decirlo, sin órdenes de nadie. El negocio se encargó de destruir la parte lúdica y Panzeri de resaltarlo. “La misión del periodista deportivo en la sociedad es sociológica y pedagógica, no escenográfica”.

Kohan es autor del documental Buscando a Panzeri y reeditor de Dinámica de lo impensado.

Documentalista, escritor y sociólogo. Sebastián Kohan se define como argentino, chileno, mexicano, español “y ninguna de las anteriores”. Es el autor del documental Buscando a Panzeri (se puede ver gratis en cine.ar), y reeditor de Dinámica de lo impensado, con prólogo de los periodistas Ezequiel Fernández Moores y Santiago Segurola de España. Su reciente libro publicado por la editorial platense Fútbol Contado, hace justicia con la figura del periodista renegau y un contrario al colaboracionismo de José María Muñoz su enemigo público, entre tantos, como Armando en Boca o Liverti en River. Panzeri sentenció al periodismo como un oficio que “es… oscuro; la obra rápida, el fin efímero; el instrumento imperfecto pero la misión es grande. El halago no es el fin. La misión no es simpática”.

Tras un largo recorrido de investigación sobre el material olvidado de Panzeri, aparecen notas, ensayos, columnas de opinión y análisis varios del fútbol como deporte, como negocio, como fuente de la política y parte de la vida cotidiana. Las opiniones de Panzeri en El paradigma perdido tuvieron para Kohan un plan claro: “Intentamos darle una nueva existencia y eso es pa’ festejar”, explica.

Panzeri escribió que cada periodista deportivo debe reunir tres obligaciones. “Pensar… para enseñar, para educar”. A cada paso dejaba en claro su posicionamiento ante el público oyente, televidente y lector. “El agrado o desagrado que suscite su tarea nunca deberá ser rebuscado, forzado, ni especulado por el periodista responsable”, aclaró. En capítulos que fluyen y van y van, Kohan logra desandar el camino de la empeñosa tarea de recuperar archivos fotográficos y audiovisuales del periodista. Narra cómo consiguió dar con algunos minutos de Panzeri en la televisión, las veces que Menotti dejó plantada a toda la producción del documental, qué le dijo Gonzalo Bonadeo sobre unos minutos de video archivados o qué mirada tienen personas relacionadas al fútbol, entre ellas, Ariel Scher, Ayelén Pujol, Pablo Di Biase, Ángel Cappa y Juan Villegas, colaboradores que rearman la figura de Panzeri.

¿Creés que el tiempo le dio la razón a Dante Panzeri?

Yo creo que el tiempo siempre le dio la razón, pero el tiempo somos algunas personas. En su propio tiempo algunos se la dieron y otros no. En el tiempo posterior al suyo, algunos se la seguimos dando y otros no. Hay menos gente que no se la dio pero porque no lo conoce y aún no accedió a sus opiniones.

Panzeri en los estudios de TeleOnce

Panzeri protestaba. Su misión era explicar lo obvio del asunto: cuando un jugador gana mucho dinero, su preocupación pasa por cumplir las tareas para las cuales fue contratado y, entonces, pensará mil veces antes de hacer lo que aprendió en el potrero. En pocas palabras, el mensaje de Panzeri fue: ése jugador nunca jamás volverá a sentir como cuando lo hacía con sus amigos del barrio, en el patio del colegio o en el club a la vuelta de casa. Entonces el miedo a fallar, el terror a la burrada le quitaron a ese jugador y a todos los jugadores, nada menos que el desparpajo: tirar caños, rabonas, sombreros, bicicletas o tacos.

Panzeri habló-escribió-repitió acerca de la importancia de la formación de jugadores. “La calle ofrece el territorio para perfeccionar el instinto, la inteligencia y la picardía, la casa es el orden”. Así, fomentó el concepto sobre que “el fútbol es más picardía que orden, es el arte de lo imprevisto”.

Kohan lo repasa cuando cita sus archivos gráficos. Panzeri sic: “El fútbol es el arte de lo empírico, no es una ciencia matemática. Y eso me frena. Me frena tanto como puedo yo frenar como lector a quienes escriben libros que titulan Cómo jugar al fútbol, Tratado de fútbol moderno o Táctica del fútbol”, escribió y se hizo más preguntas. “¿De qué libro podemos hablar, cuando lo que el jugador es siempre la total negación de lo premeditado? ¿Me van a decir que Pelé sabe antes de cada jugada qué va a hacer y cómo lo va a hacer? ¡Lo sabe como todos! Lo sabe… después que terminó la jugada”.

¿Considerás que Panzeri se adelantó a explicar el entramado del fútbol entregado al negocio?

Fue un visionario y anticipó lo que se venía ¿Qué hace falta para ser un visionario? No sólo ser inteligente, sino tener la postura crítica para decir que todo está mal y que el resto de las cosas van a seguir mal y todo traerá consecuencias peores. Eso es una actitud más que un conocimiento. Hoy uno puede despertarse más o menos optimista, pero el que despierta pesimista, la historia ha demostrado que casi siempre ha tenido la razón. Y en ese sentido, el pesimismo trascendental de Panzeri lo tuvo.

Su forma de explicar el telón no era desilusión sino anticipación…

Como dice Ariel Scher en el libro, Panzeri no era solamente un pesimista sino que era un gran optimista porque lo que hacía era ver los problemas y plantear soluciones. Y si planteás sólo soluciones sos optimista. Lo que él hacía era convertir la queja en protesta. Hoy los pseudo-polémicos se quejan, lloran. Panzeri no lloraba ni se quejaba: Panzeri pro-tes-ta-ba que es otra cosa. No es lo mismo sino lo contrario, es una actitud propositiva ante el problema. Siempre tuvo razón, pero ahora más.

Dante Panzeri

Panzeri logró hacerse escuchar aún tachado por los medios poderosos de su época.

Panzeri hizo las veces de Quijote, esboza Kohan. Se refiere a que el rosarino adoptado por El Gráfico dio lucha pero su voz se convirtió en un grito en el desierto. Despedido en cuanto medio trabajó por hacer periodismo: opinar y criticar sin mirar los auspiciantes ni amigos poderosos de los dueños de los medios, Panzeri escribía para su público lector que como contempla Kohan, “escribía mucho, era exhaustivo y no le importaba demasiado la síntesis en tiempos donde la gente leía”.

Kohan se hace preguntas para dar con posibles respuestas de por qué la figura del periodista está tapada y casi echada al olvido. “¿Qué pasó con él y su legado?, ¿Por qué, si fue tan importante, hay tan poca información sobre él?, ¿Por qué, si ocupó espacios tan importantes en radio y televisión, no hay un solo audio, ni un solo video dando vueltas por ahí?, ¿Padeció un olvido natural o fue víctima de tecnócratas, políticos y empresarios que prefieren el silencio?, ¿Qué lugar ocupa Panzeri en la balanza entre el recuerdo y el olvido?”.

Las hipótesis históricas son varias. Porque no profesaba el peronismo, porque siempre fue crítico desde su lugar y ante cualquier poder o poderosos, porque poco antes de morir militó su negativa a la organización del Mundial 1978, cuestionó las formas, cargó las tintas en el derroche en una Argentina quebrada y violenta. Algunas malas decisiones: borrar el archivo fílmico nacional, idea de Gerardo Sofovich para ahorrar en cintas cuando fue director de ATC, durante el menemato. Quizá su lucha y todo lo que se encargó de remarcar durante años y años en los medios, fue el motivo —su estilo áspero, su forma directa— de los por qué otros compañeros de batalla no se arrimaron. Él fue el que se animó a decirlo. Panzeri nunca se calló.

Con el libro recién lanzado: ¿Tenés esperanza de que una parte del periodismo deportivo lo lea?

La única esperanza que tengo es que lo lean los más jóvenes. La primera es que lean y eso no es poco. Fue un libro realizado para ser leído: tiene opinión, ensayo, tiene notas del propio Panzeri, por lo cual permite conocer cómo escribía. La esperanza también es que lo lean los periodistas jóvenes. Esperamos que sea un libro que circule en las escuelas de periodismo deportivo.

El final del Paradigma perdido contempla un cierre con una ficción “no tan futurista” con La banda de Los Panzeris. Una banda invisible aboga por el buen fútbol y dice basta a los partidos sin goles, a los equipos ultra defensivos y los espectáculos desinflados. Las proclamas panzerianas ponen el jaque el desarrollo de los campeonatos nacionales y no hay más goles. Banderazos contundentes con leyendas como, “Fútbol o nada”; “Tengan a bien devolverle la alegría al fútbol”. Hay faltante de pelotas, silbatos, camisetas. En Los Panzeris la idea de un fútbol mejor también parece posible.

¿Tenés la esperanza de que con este material se entiendan al fin sus conceptos?

Quienes lo rechazan a Panzeri a lo mejor entenderán algo más. También es cierto que uno entiende lo que quiere y uno no va a leer aquello que posiblemente le va a cambiar la opinión. Por otro lado, muchos podrán entenderlo y, sin embargo, hacer caso omiso porque eso que leyó no convive con sus intereses. Si laburás para Espn, TyC Sports o para Fox no tenés libertad de línea editorial, por lo cual, van por el espectáculo, los gritos. Las consignas están claras.

Referís a que de todos modos no pueden hacer uso de esa forma…

Claro, de qué sirve que Pagani entienda a Panzeri si después va a gritar a un programa basura y no pasa por si lo entiende o no, sino que no ejerce como piensa. Por lo tanto, peor aún: mejor ser tonto que ser necio. En esos lugares no podés ser periodista crítico, sino gritón, con polémicas baratas, ser chauvinista, esperar el triunfo de cualquier manera. Si leés a Panzeri y te das cuenta que tenía razón en algunas cosas y querés llevar a cabo algo en consecuencia, sería su valentía y que dijo la verdad.

¿Qué crees que opinaría Panzeri de tus producciones?

No tengo claro qué pensaría. La película y el libro son bien panzerianos: intentan que el mundo sea mejor y menos mierda de lo que es. Que el periodismo sea menos mentiroso, mafioso y violento de lo que es y que el fútbol vuelva a ser un juego.