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Historia de una camiseta

Historia de una camiseta

Cómo llegó a manos de Steve Hodge, el mediocampista inglés que tiene la camiseta Le Coq Sportif azul de Maradona que 36 años después decidió subastar. Recuerdos de un periplo a la mexicana.

Por Félix Mansilla

Cada historia que incluye a Maradona tiene infinidad de versiones. El nuevo capítulo no tiene que ver con reconocer hijo/as o con divisiones de bienes ni denuncias de cualquier tipo. No: la nueva polémica se inició desde que la empresa Sotheby’s anunció en 2022 la subasta de la camiseta Le Coq Sportif azul, la misma con la que Diego convirtió la Mano de Dios y nada menos que el Gol del Siglo. Las ofertas se podrán hacer desde el 20 de abril hasta el 4 de mayo. Y como en cada historia que aparece Diego, hay testigos directos, certezas, imprecisiones y desmentidas.

Claudia, Dalma y Gianinna pusieron el grito en el cielo al enterarse que el ex mediocampista inglés Steve Hodge decidió poner a subasta la casaca que recibió del propio Diego a minutos de finalizado el partido. A raíz de algunas inseguridades por la integridad de reliquia tal, desde 2003, Hodge la cedió al Museo Nacional de Fútbol de la ciudad de Mánchester. Hodge asegura que jamás la lavó: “Todavía tiene su transpiración y su ADN en la tela”. Claudia, intentó bajarle el precio a la casaca propiedad de Hodge y aseguró que no se trata de la que Diego usó en el segundo tiempo cuando hizo los dos goles, sino la del primer tiempo. “Cualquiera que conoció a mi papá sabría que era incapaz de entregar esa camiseta”, espetó Dalma. “No es la que dicen vender”, sentenció. “¡Mienten!”.

Desde la entrada de Carlos Bilardo como DT de la Selección, Rubén Moschella se convirtió en el hombre que estaba en cada detalle, una especie de Lampone del cuerpo técnico. “La obsesión de Bilardo por los pormenores”, contó Moschella, “hizo que me instalara un teléfono en mi dormitorio porque los pedidos venían a cualquier hora del día”.

Le Coq Sportif comenzó a vestir a la Selección Argentina desde 1979. Para México 86 sorprendió al mercado con la tecnología air-tech para las casacas albicelestes, con la tela con miles de agujeros para que no se acumule la transpiración. Con ese modelo Argentina se presentó en el debut con Corea (3 a 1), en los triunfos frente a Bulgaria (2 a 0) y Bélgica (2 a 0) y en la final con Alemania (3 a 2).

Diego, lo contó así. “Le Coq Sportif había hecho una camiseta titular linda, muy linda, pero se olvidaron de que algún partido teníamos que jugar con la camiseta alternativa y mucha bola no le dieron a eso, me parece”. Tras la quejas de los jugadores sobre el calor del sol mexicano, Moschella tuvo que salir a buscar otros modelos: tocaba Inglaterra. “Había que conseguir camisetas livianas para los jugadores, por la altura y el calor abrasador de México ya que la mayoría de los partidos se disputarían al mediodía”.

Moschella recuerda que las alternativas azules eran más pesadas y que ya habían usado frente a Uruguay (1 a 0) en octavos de final en el Estadio Cuauhtémoc, en Puebla, con menos altura que el DF. Moschella repasa que “no les jugó una mala pasada, pero en medio del encuentro se largó a llover y se pusieron el doble de pesadas”.

Diego amplía el recuerdo. “Cuando se supo que contra Inglaterra nos tocaba a nosotros ir con la alternativa, nos entró la desesperación a todos: ¿con el sol del mediodía y la altura del DF vamos a jugar de pulóver? ¿Y contra Inglaterra? ¡Ni en pedo!”. Ante tamaña desesperación, la AFA solicitó a la marca del gallo que hiciera un modelo azul con agujeritos como la titular, pero la respuesta en pleno Mundial fue rotunda: “No hay tiempo, no llegamos”. La anécdota de aquellas horas cuenta que, en un brote de locura y desesperación, Bilardo empezó a agujerearlas con una tijera.

Entonces, Rubén Moschella, el empleado administrativo de la AFA que “resolvía todo”, se hizo cargo del drama. Diego rearmó, en 2016, el periplo del hombre encargado. “Cuarenta negocios recorrió Moschella y encontró dos variantes de camisetas, en un par de esas tiendas y las dejó reservadas en los dos y tomó la precaución de ir antes a la concentración con los dos modelos, para consultar cuál comprar”.

Moschella recordó en 2020 cada instante del recorrido de las casacas azules. “Da la casualidad  que Maradona pasaba por ahí y se encontró con Bilardo, Carlos Pachamé y el utilero Tito Benrós mirando las remeras. Bilardo le dijo: ‘Mirá lo que trajo Moschella. ¿Qué te parece? ¿Esto te va a servir?’. Y Diego agarró una con las dos manos y dijo: ‘Qué linda es ésta, con esta le ganamos a Inglaterra’”.

Detalle: le faltaban el escudo y los números. El escudo lo bordaron las costureras del América de México. Diego evaluó que si bien los hicieron bastante bien, “se ve que se durmieron, porque se olvidaron de poner los laureles”. Pero faltaban los números y esta vez el encargado fue el Negro Tito Benrós, según Maradona “el genio de los utileros”, quien a pura plancha estampó 38 camisetas, entre las cuales estuvo la más preciada. La misma que minutos más tarde del pitazo final se quedó en el bolso de Steve Hodge.

Domingo 22 de junio de 1986: Argentina vs. Inglaterra. Millones ven/miran/observan por televisión y a todo color, el Mundial en tierras mexicanas. Diego siempre habló de los días previos. “Ellos eran nuestros rivales, pero evitamos hablar antes porque sabíamos bien que las preguntas apuntarían más a cómo íbamos a gritarles los goles, si le íbamos a hacer fuck you a la Tatcher, si le íbamos a pegar una piña a Shilton”.

¿Cómo estaba Diego en las horas regresivas? “Por dentro ardía, me explotaba el corazón, pero había que jugarlo y el tema de la guerra no pasaba desapercibido”. Cuatro años después, Diego (25) ponía la memoria en el regreso del magro Mundial de España 1982. “Yo me acordaba bien del ‘82: fue una masacre de todos esos pibes argentinos regados por Malvinas, mientras a nosotros los hijos de puta de los militares nos decían que estábamos ganando la guerra”.

Diego y los detalles: la marca simbólica de Malvinas, los últimos pasos de la dictadura. “No jugué el partido pensando que íbamos a ganar la guerra, pero sí que le íbamos a hacer honor a la memoria de los muertos, a darles un alivio a los familiares de los chicos y a sacar a Inglaterra del plano mundial… futbolístico”. Así, tan Diego. “Dejarlos afuera del Mundial en esa instancia, era como hacerlos rendirse”.

Diego por tres. Más recuerdos de las horas previas al partido con Inglaterra.

Uno. “Contra ellos, nosotros íbamos a jugar por primera vez en ese estadio y al mediodía. Como quedaba a cinco minutos de la concentración, a las nueve y media de la mañana estaba prevista la salida del micro. Pero a las nueve, media hora antes, ya estábamos todos al pie del cañón, como soldaditos. Yo, que siempre duermo como un animal, me había despertado más temprano que nunca. Tenía ganas de que llegara la hora del partido, tenía ganas de salir a jugar y que terminara el palabrerío”.

Dos. “Y en el vestuario seguimos con lo mismo. De lo único que hablábamos era de que íbamos a jugar un partido de fútbol, de que teníamos una guerra perdida, sí, pero no por culpa nuestra ni de los muchachos que íbamos a enfrentar. Y creo que eso fue suficiente para entrar a jugar con la carga justa, la necesaria”.

Tres. “Hay una foto que siempre recuerdo, muy linda, muy especial. Vamos entrando los dos equipos por una especie de rampa que tenía el estadio detrás de un arco. Había casi 115 000 personas en la cancha, pero yo sólo escuchaba el ruido de los tapones sobre ese piso, medio metálico. Ya no nos hablábamos. Ni entre nosotros ni con ellos”.

“A mí me quisieron hacer enemigo de Inglaterra y no lo soy”. Diego, en plano reflexión, y una vuelta a junio del 86 con pinceladas de su propia memoria cuenta sensaciones. “Era un partido de fútbol y así lo interpretamos todos. Porque los ingleses fueron caballeros con nosotros, incluso después de que ganamos vinieron a saludar al vestuario a cambiar camisetas”.

La subasta comienza el 20 de abril y finaliza el 4 de mayo.

Minutos después del partido, Steve Hodge “el hombre con la camiseta de Maradona”, pensó en que no iba a volver a estar en un evento de tal magnitud y se prometió conseguir alguna camiseta como tesoro. Salió a la caza y vio a Diego rodeado de sus compañeros campeones. Por un momento sintió que se le había pasado el tren y que no iba a soportar dos derrotas en una misma tarde, pero metros más adelante vio que Diego se dirigía a los pasillos con rumbo al vestuario.

En el libro El partido de Andrés Burgo, el inglés detalló el momento del canje con Diego. “Lo miré a los ojos, tiré de mi camisa como diciendo: ‘¿Hay alguna posibilidad de intercambio?’. Él se acercó y me dijo que sí. Y ahí las intercambiamos, fue pura casualidad. Diego juntó sus manos, como en un gesto de agradecimiento, y se fue”.

En el vestuario de Argentina Diego le cambió la camiseta de Hodge a Oscar Garré que tenía la 10 de Gary Lineker. Según Burgos, Maradona tuvo la casaca del mediocampista tan sólo diez o quince minutos. Años después, Garré vendió la de Hodge en una subasta.

Pasado el Mundial la camiseta de Diego terminó en el altillo de la casa de Hodge, hasta 2002, cuando en las noticias vio que una camiseta de Pelé del Mundial México 1970 fue subastada y comprada por más de 200 mil dólares.

Hodge vio luz y pensó: “Supe que la de Maradona en 1986 podía ser comparable con la de Pelé y así la camiseta que guardaba se convirtió en tema de conversación”. En 2003 la llevó al Museo Nacional de Manchester y, dos décadas después, escuchó a los especialistas en subastas hablar sobre que una casaca de Diego Armando Maradona podría llegar a tener un piso de más de 5 millones de dólares.

Hodge tiene un cheque en blanco (y lo sabe). “Estoy seguro de que el nuevo propietario se enorgullecerá de poseer la camiseta de fútbol más icónica del mundo”.

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Fuentes / Lecturas recomendadas

*Julio Ferrer, D10s, miradas sobre el mito Maradona (Ed. Octubre, 2020).

*Mi Mundial mi verdad, Diego Maradona y Daniel Arcucci (Ed. Sudamericana, 2016).

*El Partido, Andrés Burgo (Ed. Planeta, 2016).

*Archivos Página/12, TyC Sports, Infobae.